Uy que pues. Que para matar unas horas que tenía libres - digase media mañana antes de que me de la hora de comer -, me puse a caminar con mi Olympus trip re viejita en una mano y mi mochila al hombro.
Caminaba por CU cuando vi que sobre un edificio de Derecho había una pirámide de vidrio que parecía invernadero -apoco los abogados toman botánica?-, entonces me trepé a ver que onda.
Llegue al último piso, y me encarame por una ventana corrediza al techito rojo de impermeabilizante, pero inmediatamente se me acerco un señor que me gritaba - ¡Hey tu! ¡Aquí no puedes estar!- Yo me hacía menso, el muy amable me toco el hombro con el dedo y viendo con mucho recelo la cámara me pidió que me saliera de ahí.
Después pasé por la Biblioteca central. Siempre me ha gustado el color de la luz en las salas de consulta del primer piso. El onix de los ventanales hacen que siempre parezca atardecer. Aquí de nuevo me pidieron que guardara la cámara, ya que era edificio del gobierno… -¡¡¡¿¿What??!!! ¿Edificio de gobierno en mi escuela autónoma? - Ah no digo, es que es público. - ¿Y si fuera privado si podría tomar fotos? - Entonces, por respeto a la patria y su seguridad, me rendí y salí de ahí. Pero bien ardido eso si. Por que casi a la par conmigo había un chavo francés tomando fotos con placer y sin interrupciones de ningún empleado de biblioteca ignorante que dice trabajar en un edificio de gobierno dentro de CU.
De vez en cuando me dan ganas de tomar fotos. Y no es que tenga un talento real, es solo que cuando tengo la cámara en las manos me siento con permiso de meterme donde yo quiera. Subo a las azoteas de los edificios, me meto en los auditorios, me escabullo en clases de otras facultades… entienden el punto.
Es que cuando la gente te ve con una cámara fotográfica olvidan en parte que tu estás ahí. El imaginar que les puedes tomar una foto y verla todos los días los aterra. Y con razón.
Caminaba por CU cuando vi que sobre un edificio de Derecho había una pirámide de vidrio que parecía invernadero -apoco los abogados toman botánica?-, entonces me trepé a ver que onda.
Llegue al último piso, y me encarame por una ventana corrediza al techito rojo de impermeabilizante, pero inmediatamente se me acerco un señor que me gritaba - ¡Hey tu! ¡Aquí no puedes estar!- Yo me hacía menso, el muy amable me toco el hombro con el dedo y viendo con mucho recelo la cámara me pidió que me saliera de ahí.
Después pasé por la Biblioteca central. Siempre me ha gustado el color de la luz en las salas de consulta del primer piso. El onix de los ventanales hacen que siempre parezca atardecer. Aquí de nuevo me pidieron que guardara la cámara, ya que era edificio del gobierno… -¡¡¡¿¿What??!!! ¿Edificio de gobierno en mi escuela autónoma? - Ah no digo, es que es público. - ¿Y si fuera privado si podría tomar fotos? - Entonces, por respeto a la patria y su seguridad, me rendí y salí de ahí. Pero bien ardido eso si. Por que casi a la par conmigo había un chavo francés tomando fotos con placer y sin interrupciones de ningún empleado de biblioteca ignorante que dice trabajar en un edificio de gobierno dentro de CU.
De vez en cuando me dan ganas de tomar fotos. Y no es que tenga un talento real, es solo que cuando tengo la cámara en las manos me siento con permiso de meterme donde yo quiera. Subo a las azoteas de los edificios, me meto en los auditorios, me escabullo en clases de otras facultades… entienden el punto.

Es que cuando la gente te ve con una cámara fotográfica olvidan en parte que tu estás ahí. El imaginar que les puedes tomar una foto y verla todos los días los aterra. Y con razón.